En #ReinaelArte hoy viajamos hasta La Mota de Medina del Campo para descubrir una de las piezas más singulares rescatadas gracias a las excavaciones arqueológicas del poblado de la Edad del Hierro que se hicieron a finales del siglo pasado.
Tanto en la Edad Media como en la Prehistoria, los pobladores de Medina eligieron la Mota que da nombre al castillo de la villa para asentarse. Una Mota es una pequeña elevación del terreno, una pequeña loma, colina o cerro. Eligieron esta zona para asentarse por su situación, ya que desde ella podían dominar todas las tierras de alrededor y gracias a su altura era más fácil defenderse. Además, esta Mota está protegida por dos ríos que la rodean: el Adajuela y el Zapardiel.
El poblado prehistórico de La Mota, asociado a la Cultura del Soto de Medinilla, ocupaba prácticamente la totalidad de la extensión de esta pequeña elevación y estaba protegido por un doble foso del que aún se conservan algunos restos que se pueden apreciar en la parte posterior del castillo.
Pero este poblado es un tanto diferente al resto de asentamientos de la zona, ya que parece que su cultura estaba abierta y conectada a zonas del Este y del Sur peninsular. De ahí, por ejemplo, que la mayoría de sus construcciones presenten formas rectangulares, en vez de circulares. Pero donde más se acentúa esa influencia es en los objetos encontrados en las excavaciones, sobre todo en la cerámica. Y es precisamente en una pieza cerámica de este poblado en la que nos queremos centrar hoy: el Vaso de La Mota.
Se trata de una vasija, de 33,50 cm de alto y 26,50 cm de diámetro, realizada a mano en barro cocido hace casi 2500 años y que actualmente se conserva en el Museo de Valladolid. Además, este vaso presenta decoración geométrica pintada en tonos rojos y amarillos.
Pero, ¿qué es lo que pintaron en este vaso hace 2500 años?
Pues, aunque aparecen motivos flores y figurativos, son los motivos geométricos los que ocupan gran parte de su superficie. Así nos encontramos con una serie de rectángulos, colocados verticalmente, con el cerco en color amarillo y el relleno en color rojo, decorados con retícula, aspas y motivos florales. Pero también hay dos frisos horizontales con decoración figurativa animal, muy esquemática, interpretados como cuadrúpedos de largos cuellos.
¡Toda una joya!
Y es que La Mota, antes de dar nombre a una de las fortalezas más avanzadas del siglo XV, ya daba cobijo a verdaderos artistas.